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Una historia de fútbol: Blog 2 - Mi Delirio en Cotopaxi

Profesor Mathew Brown visita Ecuador para descubrir la historia del fútbol y sus raíces en Sudamérica. En esta segunda entrega nos cuenta sobre su visita al Cotopaxi en medio de un país "futbolizado".

Esto fue publicado bajo el 2010 to 2015 Conservative and Liberal Democrat coalition government
Blog 2

Bus ride to Cotopaxi

Un delirio febril embarga mi mente; me siento como encendido por un fuego extraño y superior. Simón Bolívar, Mi delirio en Chimborazo, 1822.

Desde el último momento de su primer partido, en que el equipo se desequilibró de una manera espectacular y desvergonzada, y pasó del borde de la victoria al abismo de la derrota, Ecuador ha vivido el Mundial en una peculiar mezcla de obsesión y melancolía. Llevo un mes investigando en la Biblioteca Nacional y en el archivo de Diario El Comercio y se nota que el Mundial está por todas partes, en las conversaciones y en las pantallas. Ecuador esta allí, y eso importa. Se va Inglaterra, se va España, y se queda Ecuador. ¿Pero por cuánto? El partido contra Suiza tenía que ganarlo-o-ganarlo para avanzar, y lo perdió. El partido contra Honduras, el viernes pasado, se convirtió en un ganarlo-o-ganarlo para tener todavía posibilidades de sobrevivir y no “quedar mal” frente a las demás selecciones sudamericanas.

El día anterior, mis hijos llegaban a casa de la escuela con unas notas de sus profesores explicando que, si ellos quisieran, podrían vestirse con sus camisetas nacionales para el día del gran partido. Eso no quería decir camisetas inglesas (mejor no hablar de la participación inglesa en el mundial) así que unos amigos nos prestaron camisetas ecuatorianas. La escuela se vestía de amarillo y azul.

El partido iba a empezar a las 5 de la tarde. Durante el día, en la biblioteca, en las cafeterías y las calles, yo preguntaba a la gente que esperaban del partido. “Hay que tener fe, y un poco de suerte” fue la frase. Se hablaba mal del entrenador, como de costumbre, pero el hincha en la calle no quería hablar de quién debe jugar o de qué tácticas. Todo yacía en la fe. Los futbolistas necesitan tener fe en sí mismos, y si tienen fe, nosotros los hinchas tendremos fe en ellos.

A las 3 cogimos un taxi para el terminal de buses del sur. Vamos a pasar el fin de semana en la zona de los volcanes. Un primer taxista quiso cobrar el triple del precio normal “por el fútbol”. Un segundo no quiso llevarnos “por el fútbol, tengo que ir a casa, si no fuera por eso, encantado”. El tercer taxista es amable y, como yo, prefiere escuchar comentarios de la radio que ver los partidos en la tele. Así somos los únicos románticos que quedan de los años 40. Me cuenta que la selección representa a la nación, que tiene talento pero no presta suficiente atención a las reglas y su contexto internacional. Por eso perdió en el último momento contra Suiza, dice, por la falta de seriedad. ¿Va a ganar la Tri? le pregunto “Si tienen fe”, me sonríe.

Las calles están repletas de autos, buses y taxis, y parece que toda la ciudad se desplaza a su casa a ver el partido. No tengo mucha fe que vamos a salir del tráfico infernal, pero bueno, a las 4 nos subimos a un bus de la empresa Cotopaxi para viajar a Lasso, cerca del volcán. Tuve fe, y recibí lo merecido: el bus tiene televisión y podemos ver a los mundialistas preparándonos para el partido. Hay muchos avisos y comerciales. En el bus todos somos ecuatorianos. Nadie canta el himno. Arranca el partido. Salimos de la metrópolis de Quito. Desaparece la señal. Gritamos. Reaparece en blanco y negro. El sonido de los comentaristas entra y sale. No sabemos qué está pasando en Curitiba. La familia que está mi lado es de Latacunga. ¿Va a ganar la Tri? “Si tienen fe” dicen los mayores. “¡Sí!” dicen los chicos.

Cotopaxi

Watching the match in Cotopaxi

A las 5.30 bajamos del bus sin la menor idea de cómo va el partido. Cogemos una camioneta que nos lleva a una Hacienda donde se alojó Alexander von Humboldt hace 200 años. Llegamos al final del primer tiempo. Empate 1-1. Nos acomodamos en la sala principal que ostenta una pared incaica y una televisión de pantalla enorme. Nos acompaña una pareja ecuatoriana que no sabe cuánto dura un partido de futbol. 90 minutos les parece mucho. A mi también. Marca Enner Valencia, y el agónico final el 2 a 1 es suficiente. Gana Ecuador. Nos abrazamos.

Pasamos un lindo fin de semana cerca del volcán Cotopaxi. Subí hasta la entrada del Parque Nacional en una bicicleta prestada, y pude apreciar la grandeza de la naturaleza de esta región. Como dijo Simón Bolívar, aquí el aire tiene menos oxígeno, pero permite abrir la imaginación y permite creer que los sueños se hagan realidad.

Ahora Ecuador solo tiene que ganarle a Francia. Y tener fe.

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Publicado 25 June 2014