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Discurso de Su Alteza Real el Príncipe de Gales sobre Energía y Cambio Climático en Campeche

Discurso de Su Alteza Real el Príncipe de Gales en la Reunión sobre Energía y Cambio Climático en Campeche, México 4 de noviembre de 2014

Esto fue publicado bajo el 2010 to 2015 Conservative and Liberal Democrat coalition government

Excelencias, damas y caballeros:

Estoy muy agradecido con el Gobernador por sus extremadamente amables palabras y su increíblemente cálida hospitalidad. Sólo lamento que mi esposa no haya podido venir, y ella envía sus disculpas. También debo disculparme por haberlos hecho esperar, ¡pero ofrecí un bastante mal ejemplo de un baile local! ¡Quizá fue mejor que ustedes no lo vieran! Me siento particularmente contento de poder estar con ustedes en esta importante reunión sobre el futuro de la energía en México dentro del contexto del cambio climático. Por un largo tiempo, México ha jugado un papel de liderazgo crucial en el esfuerzo global para negociar un acuerdo climático serio, necesario y ambicioso. La Conferencia Internacional sobre Cambio Climático de Cancún 2010 —no muy lejos de aquí— ofreció un empuje a las negociaciones internacionales post-Copenhague, y su éxito fue un digno testamento de las habilidades del multilateralismo mexicano y de su Secretaría de Relaciones Exteriores. Recientemente me sentí muy animado ante las observaciones del Presidente Peña Nieto en la Cumbre de Cambio Climático en Nueva York, así como su reafirmación de los sólidos compromisos de México. Del mismo modo, en el Reporte de la Nueva Economía Climática, que se benefició de la sabia guía del anterior presidente Calderón, es también un punto de referencia para la COP21 en París en diciembre de 2015, y además lleva la marca del pragmatismo diplomático de México. México ha sido considerado desde hace tiempo como un jugador clave en la negociación de un acuerdo multilateral sólido en París, y en este aspecto, así como en muchos otros, permanece como un aliado vital para el Reino Unido.

A la luz de las presentes reformas energéticas gubernamentales, me parece que la reunión del día de hoy para discutir las implicaciones del crecimiento económico y las ambiciosas metas de México respecto del cambio climático (que, si puedo agregar, también le dan a México un papel continuo como líder en Latinoamérica y más amplio en este tema) no podrían ser más oportunas. Estoy seguro de que las compañías y organizaciones presentes aquí el día de hoy pueden ofrecer la autoridad que mantendrá a México en la vanguardia de los esfuerzos internacionales para prevenir un cambio climático catastrófico. Sólo basta leer el último reporte IPCC para reconocer la importancia de estos problemas. Damas y caballeros, es absolutamente vital para nosotros y los que vendrán después de nosotros que lo lean, porque la pregunta sobre cómo México resolverá sus retos de energía doméstica no sólo tendrá un impacto significativo sobre la adaptabilidad de su crecimiento económico, sino que además proveerá una plataforma importante para todos los muchos otros países que enfrentan problemas similares.

Como ustedes bien sabrán, las recientes reformas energéticas de México permiten nuevas inversiones significativas en el sector de energía mexicano. No cabe duda de que tal inversión podría traer beneficios sociales y ambientales a la industria, incluyendo mejoras en la eficiencia de energía, salud y seguridad, y estoy seguro, conducirán a una renovación sustancial de la infraestructura en el sector.

Sin embargo, alguien podría estar justificablemente preocupado porque tales mejoras podrían, si las reformas triunfan en su propósito manifiesto, también estar acompañadas de un incremento —a pesar de los altos niveles de eficiencia— de la producción de México en el sector de hidrocarburos, y por lo tanto, las emisiones de gas del país y del mundo. Esto podría afectar las posibilidades globales de permanecer dentro de un segundo grado neto en las temperaturas globales en el umbral establecido por la comunidad científica internacional, para lo que los líderes mundiales están visiblemente comprometidos para prevenir el desenfrenado cambio climático. Entendemos muy bien (o deberíamos haberlo entendido ya) —y la última síntesis del Quinto Reporte de Evaluación de IPCC publicado hace dos días, como mencioné antes, lo clarifica aún mas— que las “severas, penetrantes e irreversibles consecuencias” del cambio climático si se desatienden, incluyendo el derretimiento más profundo de la capa de hielo de Groenlandia, el aumento del nivel del mar que amenaza las ciudades costeras, como Campeche, y la alteración de los monzones que son vitales para la agricultura, y podrían estar más allá de nuestra capacidad para rectificar.

Por otro lado, las reformas de México podrían —y deben, me atrevo a decir— jugar un papel primordial para lograr que las metas tan ambiciosas de su país respecto de la energía renovable se cumplan. Respecto de esto, me siento enormemente motivado por el progreso que el gobierno ha hecho en esta área, que al contrario de los sectores del gas y el petróleo —obviamente basados en recursos finitos, que bien podrían convertirse en una industria abandonada conforme avancen los efectos del cambio climático— cuentan con la suficiente energía cruda que alcance a la Tierra proveniente del Sol para igualar toda la energía que se usa en el mundo en un año completo. Me parece que dados los retos que enfrentamos, podría ser casi criminal no hacer todo lo que esté en nuestras manos, tan rápido como podamos, para aprovechar y utilizar este recurso. Y al hacerlo, debemos asegurarnos de que la energía renovable al menos compita en términos iguales con la energía basada en carbón, en lugar de la situación actual en la que globalmente recibe 25 veces menos subsidios. ¿No es esto una completa locura? No soy economista, ¡pero pienso tener un poco de sentido común! Y, si me lo permiten, damas y caballeros, temo que además perderemos la oportunidad a menos que adoptemos el concepto de economía circular —en lugar de una lineal— en particular en el uso de desechos y aguas residuales en la producción de energía, algo que sé el Presidente está considerando seriamente, y que yo he tomado con la mayor seriedad por los últimos 25 años.

Me parece que en el nuevo Fondo del Petróleo para la Estabilización y el Desarrollo tienen un instrumento con un potencial de gran significado. Podría ayudar a ofrecer el capital necesario para permitirle a México para aprovechar las muchas oportunidades que ofrece el sector de la energía renovable y, al hacerlo, apoyar a la construcción de una economía baja en carbón verdaderamente adaptativo. A cambio ello impulsaría el desarrollo de tecnologías innovadoras, aumentaría el empleo y ayudaría al establecimiento de nuevos negocios que le darían a México una ventaja real en este nuevo mercado masivo y global que pronto dominará nuestras economías. Sólo tenemos que buscar oportunidades. Hace 20 años intenté hallar inversiones apropiadas, pero en aquel momento una inversión debía esperar años para un retorno. Ahora la situación ha cambiado dramáticamente. Esto, damas y caballeros, al menos para mí, parece una maravillosa oportunidad que no debe desperdiciarse.

Me siento complacido al escuchar que ustedes tuvieron una reunión tan productiva, lo mismo que al descubrir entre ustedes un graduado —el primero de Latinoamérica— del programa de seminarios CISL que yo inicié hace 20 años. Sería maravilloso si pudiéramos establecerlo en México y difundir la habilidad y conciencia en Sudamérica entre el sector privado, así como crear conciencia entre los jóvenes, como mencionó el Gobernador.

Espero escuchar en los próximos meses cómo las discusiones de hoy ayudarán a moldear el desarrollo para este sector, cuya importancia es fundamental para el crecimiento económico de México, y desde luego, para todo el mundo a gran escala. Gracias damas y caballeros.

Publicado 20 November 2014